martes, 9 de noviembre de 2010

✔ Las competencias de la maestría personal

Una de las grandes problemáticas planteadas en las empresas en la actualidad se expresa en el siguiente interrogante ¿cuál es el camino más efectivo para garantizar la adquisición y el desarrollo de las competencias genéricas en su personal, fundamentalmente en los niveles de conducción?
Una importante conclusión a la que he arribado en la práctica profesional de entrenar y facilitar la adquisición de este tipo de competencias, es que más allá de la larga lista de competencias genéricas que se pueda enumerar, existe un pequeño núcleo de cinco competencias que constituyen la base y el soporte de todas las demás.
Y esto es así porque para llevar a la práctica cualquiera de ellas es necesario poner en acción un conjunto de otras competencias. Por ejemplo, analicemos la competencia de negociar y resolver conflictos. Toda negociación se realiza dialogando con otro y esto implica la habilidad de saber establecer un buen vínculo interpersonal, hablar en forma clara y convincente, escuchar en profundidad e indagar con habilidad (competencias conversacionales).
También presupone la capacidad de generar una emocionalidad de confianza que posibilite una actitud de apertura para generar nuevas vías de solución a la problemática en cuestión (fortaleza emocional). A este núcleo de cinco competencias básicas, que sustenta y constituye al conjunto de las competencias genéricas, yo las he agrupado bajo el nombre de Maestría Personal , en la convicción de que la incorporación y el desarrollo de las mismas es el camino más seguro y eficaz, no sólo para la adquisición de las otras competencias genéricas, sino como proceso de desarrollo personal y profesional. Estas competencias básicas son: Visión Personal, Fortaleza Emocional, Capacidad de Aprendizaje y Cambio, Competencias Conversacionales y Efectividad Interpersonal. Desarrollaremos brevemente cada una de ellas.
    1. Visión Personal: Esta primera competencia implica adquirir una noción de sentido y de propósito en nuestra vida. Está constituida por los valores y aspiraciones de cada uno de nosotros, que le otorgan finalidad y significado a nuestra existencia y establecen la direccionalidad de nuestras acciones.
Para que la Visión Personal no sea un mero concepto teórico sino que adquiera la dimensión de una energía impulsora de nuestro accionar cotidiano, deberá estar basada en tres elementos constitutivos que interactúan en forma convergente. Estos elementos son:
La Visión de Futuro implica imaginar el destino que queremos construir, crear la imagen de la vida que ambicionamos vivir, proyectar la manera que deseamos ser y lo que nos gustaría hacer.
El Autoconocimiento involucra tomar conciencia de dónde estamos parados, quién estamos siendo hoy, en este presente, aquí y ahora. Tener claridad al respecto es fundamental, ya que para establecer el camino que debemos transitar para llegar adonde queremos, debemos saber de dónde estamos partiendo.
El concepto de Diseño y Construcción de Futuro conlleva la idea de hacernos responsables por el destino de nuestras vidas, por la construcción de nuestro futuro y accionar en consecuencia. Sin la acción comprometida, la Visión es un mero enunciado, una linda fantasía sin ningún resultado tangible.

2.       Fortaleza Emocional

La emocionalidad es una predisposición para la acción y por lo tanto condiciona nuestro desempeño. Dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos, ciertas acciones nos son posibles de realizar y otras no.
Cada emoción nos predispone para un tipo de acción diferente y es por esto que la emocionalidad impacta fuertemente en la efectividad laboral de los individuos y equipos de trabajo, e incide en la productividad organizacional y en la competitividad empresaria. La Fortaleza Emocional es la capacidad de las personas para conocer y gestionar sus emociones. Para su desarrollo proponemos reconocer tres niveles que se interrelacionan mutuamente:

• Conciencia Emocional

• Autodominio Emocional 
• Liderazgo Emocional


Capacidad de Aprendizaje y Cambio

La transformación continua y acelerada de los escenarios sociales y laborales nos plantea la necesidad del cambio y el aprendizaje permanente. Es por esto que el “aprender a aprender” se constituye en una competencia clave, en la madre de todas las futuras competencias que podamos adquirir. Los nuevos desafíos y la rápida obsolescencia del conocimiento nos llevan a que muchas de las capacidades adquiridas durante años, en la actualidad no nos sirvan u obstaculicen nuestro desempeño.

5. Efectividad Interpersonal: Si observamos a las empresas desde su carácter conversacional, si advertimos que el fenómeno organizacional acontece en la interacción de una red de personas que a través de conversaciones generan vínculos de compromisos que les posibilitan coordinar sus acciones, podremos comprender que nuestra efectividad laboral está determinada por dos dimensiones de nuestros comportamientos. Está condicionada por nuestra capacidad para realizar las tareas específicas que desempeñamos, pero a su vez se ve influida por nuestras competencias para coordinar estas tareas en procesos y flujos de trabajo colectivo. Ambos aspectos inciden no sólo en la efectividad individual, sino también en la eficacia colectiva.
Este aspecto de la gestión organizacional nos señala la importancia de la competencia en la interacción interpersonal. Nos advierte acerca de la dimensión que adquiere la capacidad para manejarse con eficacia en las distintas redes de relaciones en las que acontece el accionar laboral. La Efectividad Interpersonal implica el accionar competente para crear y desarrollar vínculos de calidad, establecer y cumplir compromisos, coordinar acciones, gestionar los conflictos emergentes y generar la confianza necesaria para que sea posible el desarrollo de un accionar productivo en estas redes de relaciones.

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